Tenemos que entender entonces que estamos exigiendo a los
demás no solo respeto de nuestras ideas y prácticas, les estamos pidiendo que
nos tengan “paciencia”, que nos permitan algo que ellos tienen por ilícito y que
“sufran”. Nosotros estamos dispuestos a
hacer lo mismo? Tengo mis sinceras
dudas… Solo escuchamos a los demás si dicen lo que nos agrada. A penas dicen algo que no nos gusta, aunque
sea verdad, ya no los soportamos y los convertimos en monstruos
intransigentes. Para que nos toleren
debemos empezar por no llenarnos de ira cuando no nos gusta una cosa o cuando
los demás tienen ideas y prácticas diferentes a las nuestras. Insisto, para que nos toleren, debemos
tolerar primero.
Los periódicos de hoy amanecieron con titulares que dicen
“Decepción en el Romel”, “Amargo Empate”, haciendo alusión a que ayer empatamos
con Costa Rica en la hexagonal de clasificación al mundial. Un diario más folklórico dice “Nos Quedamos
Con los Rollos” y muestra un rollo de papel higiénico de los que tiran desde
las gradas en el estadio para celebrar.
Chistoso! Lo que no me hace
gracia es que a todos se nos ha olvidado que hace solo un par de años nosotros
éramos los “congos” de CONCACAF. Nuestro futbol ha evolucionado enormemente y
estamos a un paso de ir a un mundial. Todos
criticamos a “La Sele” pero la verdad es que estuvo fantástica ayer, tanto que
Stempel dijo que “si Panamá sigue jugando así es un contendiente para
cualquiera”. Nos descorazonamos porque
las cosas no salen como quisiéramos pero debemos tener en mente todo lo que
hemos avanzado en futbol, sobre todo considerando que el deporte tradicional
aquí siempre ha sido el béisbol y que todos los países contra los que nos
enfrentaremos tienen largas tradiciones futbolísticas. Como referencia, la contienda entre el
Saprisa y La Liga en Costa Rica, levanta
tantas pasiones y tiene tanta tradición como los juegos entre Herrera y Los
Santos y cualquiera contra Chiriquí.
De igual forma, y aunque estoy seguro que la mayoría de
los activistas gais panameños no estarán de acuerdo conmigo, hemos avanzado a
pasos agigantados en los dos últimos lustros en temas de tolerancia hacia los
homosexuales. Pero los gais panameños tenemos que aceptar y entender que no
vivimos en Amsterdam ni en San Francisco y que nuestra sociedad está en evolución
en esos temas.
Recuerdo la primera vez que la reina gay desfiló un
martes de carnaval. Ese año tuve que
regresar de Las Tablas antes de tiempo y no me quedó otra que ir el martes al
“carnaval en la central”, aunque ya no era en la central, era en la Vía
España. Estaba en la esquina donde está
ahora la Caja de Ahorros y todo el mundo esperaba la carroza gay. Era la última. Adelante venía un carro descapotable con dos
chicas vestidas de sirenas y detrás la reina gay en una carroza alta, bien
hecha, elegante. Era lo mejor de todo el
desfile y la reina (por supuesto que era un travesti) estaba fabulosa. La gente estaba boquiabierta y no sabía si
aplaudir o abuchear. Detrás de mí unos
tipos gritaron insultos y lanzaron hacia la carroza un trapo mojado que,
afortunadamente, no golpeo a la reina.
La gente se puso furiosa con los tipos y se les fueron encima al punto
que tuvieron que irse. El ataque disparo
la reacción del público que empezó a aplaudir.
Mientras los agresores huían, la gente saludaban a la reina y le
gritaban: bella! Linda! Y se reventaban más en aplausos. Si, hubo algunos atorrantes, intolerantes y
demasiado agresivos, pero la gran mayoría de la gente fue muy tolerante. Eso fue hace más de 10 años. Desde entonces las cosas han evolucionado
rápidamente y ahora es normal que el carnaval de la ciudad tenga una reina gay con su corte y carroza. Y qué decir del carnaval tableño dónde en las
prácticas de tonadas solo falta el techo para que sea una discoteca gay y los 5
días de jolgorio en el pueblo son nuestro Gay Pride. Si eso no es tolerancia, qué es?
A propósito de Gay Pride, la marcha del orgullo gay es
otro ejemplo. Al principio eran 3 locas
valientes (que tienen todo mi respeto y admiración) vestidas de rosado y con
globitos de los colores del arcoíris.
Eso fue solo el principio porque cómo han cambiado las cosas desde entonces. El año pasado la marcha del orgullo gay tenía
varios miles de personas y terminó en un evento con activistas, locas valientes
y gais de todos los tipos, colores y sabores, acompañados de políticos, gente
de farándula y personalidades de
diferentes círculos. Si eso no es
tolerancia, qué es?
También nuestros travestis y “dragas”, que son fabulosos
y muchos de los cuales nos divierten en las discotecas y bares antes andaban
por ahí en cantinuchas y en la avenida de los mártires. Ahora muchos de ellos son animadores, salen
en la televisión con su humor y ocurrencias y son los protagonistas de eventos
como el carnaval. Si eso no es
tolerancia, qué es?
Todos esos ejemplos van del lado de “dragas”, travestis y
activistas. Pero del lado de los que nos
gusta ser más masculinos y comportarnos como machos, o de los que somos más o
menos delicados pero creemos que no se nos nota y preferimos mantener un perfil
bajo, también ha habido grandes avances. Antes las discotecas gais estaban
escondidas y en áreas de mala muerte.
Cuántos recuerdan “La Calientita” o La Deivis? Había un bar de cuentos de terror en Santa Ana, con maquinitas de pinball, que le decían “La Chinitos” y otros antros
horrendos. Luego apareció la Boy’s Bar
en un área de bodegas y hangares escondida de la gente. Ahora las discotecas gais están en avenidas
principales y los gais salen de ahí borrachos y drogados en plena luz pública y
no pasa absolutamente nada. Si eso no es
tolerancia, qué es?
El otro día un amigo cumplía años y fuimos unos 10
hombres a un restaurante de categoría y todo estuvo de lo más normal. No creo
que los otros comensales y el servicio del local hayan pensado que nosotros
éramos la junta directiva de FEPAFUT. Conozco
varios grupos de amigos que igual se reúnen en diferentes restaurantes a
celebrar o solo a pasar el rato. Igual
se ven grupos gais y parejitas románticas en los “brunchs” dominicales, en las
terrazas, en el causeway, en el casco viejo, en las calles, en los malles, etc.
sin problema alguno. Si eso no es
tolerancia, qué es?
Y pues sí, alguno que otro gay ha sido ultrajado,
humillado y hasta asesinado por algún intolerante iracundo pero eso también
pasa en USA y en Europa. También es
cierto que no tenemos leyes de matrimonio gay todavía pero, en mi humilde
opinión, el amor es mucho más importante que las leyes para asegurar el
bienestar de una pareja. Además, la ley que tipificaba como delito los actos
homosexuales y los castigaba con multas y cárcel fue finalmente abolida en 2008
(aunque la realidad es que no era aplicada).
Todavía se ve raro y puedes recibir burlas si dos hombres andan
agarrados de mano o se besan en nuestras calles
(aunque cada vez hay menos problema en eso), pero si te alejas del centro
de Amsterdam, Castro Disctrit o Chueca tampoco será tan común.
Como “La Sele”, tenemos muchos aspectos en que mejorar, pero
en general y en mi opinión, la intolerancia que muchos gais creemos que hay en
Panamá tiene más que ver con lo que llevamos por dentro, nuestros miedos, complejos,
culpas y percepciones que con la realidad que vivimos.
Con todo respeto de nuestros activistas, muchas veces el
tema de la tolerancia se maneja más bien como una imposición. No podemos esperar que esta sociedad ortodoxa
machista que teníamos (y digo teníamos porque que creo que esa cultura está
desapareciendo rápidamente) cambie de la
noche a la mañana. Al pueblo hebreo le
tomó 40 años caminando por el desierto para darse cuenta de que era el pueblo
elegido por Dios y eso que durante esos 40 años hubo toda clase de milagros y
prodigios. Tenemos que saber que siempre
habrá resistencia al cambio y que tendremos reacciones de ira, sobre todo de
los menos evolucionados espiritualmente, porque estamos agrediendo sus ideas,
creencias y prácticas. Vayamos paso a
paso, tengámosle paciencia a nuestra sociedad, hagamos que su transformación
sea menos dolorosa. Solo con el ejemplo,
siendo buenos ciudadanos, buenos hijos, buenos hermanos, buenos trabajadores,
comportándonos como seres humanos dignos e íntegros y apoyándonos unos a otros
lograremos que la sociedad nos mire con otros ojos.
Entonces, para vivir en Panamá siendo gay y feliz hay que
empezar por tolerar a los demás y entender los valores y cultura de la sociedad
panameña que está en evolución. Tenemos
que ponernos en el lugar de los que “sufren”
y no tienen “paciencia” por esta evolución. Tenemos
que tolerar y dejar de sufrir nosotros.